[DESDE ENTONCES...]
Desde entonces, la rutina me sabe a muerte.
El aire en las calles hace paradas continuas
asfixiando a la gente que vive para trabajar
y trabaja para vivir.
Por eso nuestras voces hacen eco
entre la muchedumbre y la gente adinerada.
Desde entonces,
no hay un solo numero creado por Dios
que no tenga un propósito.
Y a decir verdad, creo que corrí con suerte:
olvidé que mi madre
me enseñó a contar.
El aire en las calles hace paradas continuas
asfixiando a la gente que vive para trabajar
y trabaja para vivir.
Por eso nuestras voces hacen eco
entre la muchedumbre y la gente adinerada.
Desde entonces,
no hay un solo numero creado por Dios
que no tenga un propósito.
Y a decir verdad, creo que corrí con suerte:
olvidé que mi madre
me enseñó a contar.
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