Ridícula
La vida contigo era muy obvia.  Tus reacciones y las mías, las miradas, las sonrisas, las molestias.  Cada momento se hacia completamente obvio a tu lado.  Era obvio que te quería, y era obvio que me querías.  Hasta que la obviedad se confundió y decidió tratarnos mal.  De pronto lo que era, dejó de ser.  Algunas voces ajenas a las nuestras lograron tomar lugar en nuestras decisiones y en nuestras acciones.  La distancia se hizo presente, y yo no lo quise aceptar, hasta que un golpe de realidad me destrozó el ánimo.  Es todo tan confuso en la obviedad.  Ahora toda idea de recuperarte suena ridícula...  ...me gusta sentirme ridícula.